"Alita: Ángel de combate"
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La web oficial.
El argumento: Cuando Alita se despierta sin recordar quién es en un mundo futuro que no reconoce, Ido, un médico compasivo, se da cuenta de que en algún lugar de ese caparazón de cyborg abandonado está el corazón y alma de una mujer joven con un pasado extraordinario. Mientras Alita toma las riendas de su nueva vida y aprende a adaptarse a las peligrosas calles de Iron City, Ido tratará de protegerla de su propio pasado, mientras que su nuevo amigo Hugo se ofrecerá, en cambio, a ayudarla a desenterrar sus recuerdos. Cuando las fuerzas mortales y corruptas que manejan la ciudad comienzan a perseguir a Alita, ella descubre una pista crucial sobre su pasado: posee habilidades de combate únicas que los que ostentan el poder querrán controlar a toda costa. Sólo manteniéndose fuera de su alcance podrá salvar a sus amigos, a su familia y el mundo que ha aprendido a amar.
No conviene ver: “Alita: Ángel de combate” era el acariciado proyecto de James Cameron desde hace muchos años pero finalmente ha sido Robert Rodríguez quien lo ha dirigido quedándose el realizador de “Avatar” en las tareas de productor y guionista. Es una pena que la cinta no destaque por su originalidad y al final sea un producto cyberpunk pretendidamente entretenido, románticamente cibernético, pero poco brillante y trascendente. Se intenta que la película cobre entidad propia pero, al ser una cinta de encargo, eso se evidencia en la poca personalidad que tiene un conjunto que mezcla el cine negro con la ciencia ficción pero de manera poco inspirada. Un entretenimiento grandilocuente, solvente, con gran ritmo pero que no deja de ser frío en sus guiños a la década de los 90 aunque sólo sea en ciertas referencias o en esa subtrama romántica que no puede ser más facilona. Un 3D bizarro que convence en estética pero que chirría en los ojos de la protagonista, una Rosa Salazar que hace lo que puede, con un personaje en captura en movimiento y unos ojos enormes que te sacan de la película, encabezando un reparto de secundarios eficaces entre los que destaca Christoph Waltz en un personaje de doctor con ínfulas de Frankenstein que juega a ser Dios y padre sobreprotector con el que vuelve a estar en el filo de lo soportable pudiendo dar rienda suelta a su vena egomaniaca e histriónica. Una pena porque para el tiempo que se ha invertido en el proyecto el resultado es algo pobre y vacuo sobre todo porque parece más de Cameron que de Rodríguez y en cierta manera no se hace más que cubrir el expediente.
Conviene saber: Remake del anime de 1993 que dirigió Hiroshi Fukutomi y que adaptaba el manga de Yukito Kishiro.
La crítica le da un CUATRO
