Querido Teo:
Reconozco que soy de los que pueden pasar horas estrujando su cochambrosa mente con las paradojas y paranoias temporales que genera la saga de James Cameron, Schwarzenegger y compañía, así como con las muchas películas que tratan (con diferente acierto) el fascinante tema de los viajes temporales. Siempre me hago las mismas preguntas: ¿es científicamente posible viajar en el tiempo?, y lo que es más inquietante, ¿se podría hacer vestido o no habría más remedio que hacerlo desnudo como todos los
Terminators de la saga?. Desgraciadamente para esta segunda pregunta no tengo aún contestación, pero sí en cambio para la primera, y aunque pienses que se me ha ido la cabeza con tanto robot asesino saltando en el tiempo, la respuesta es que en principio sí se podría viajar en el tiempo. Y digo “en principio” porque aunque (que sepamos) nadie ha construido todavía
una máquina del tiempo como la de H.G. Wells, o como el maravilloso DeLorean de “Regreso al futuro”, sobre el papel existen los fundamentos teóricos para poder hacerlo.
El culpable de esta afirmación es Albert Einstein, sin duda el científico más cinematográfico de la historia (con permiso del Dr. Frankestein y de Stephen Hawking). Con su teoría de la Relatividad revolucionó nuestro concepto sobre el espacio y el tiempo. Estos dejaron de ser el escenario absoluto e inmutable en el que acontecían nuestras vidas para convertirse en unos actores más, modificables según las circunstancias. En contra del sentido común, Einstein demostró que el tiempo transcurre mucho más lentamente para un observador que se esté desplazando a una velocidad cercana a la de la luz que para un observador en reposo, y el mismo efecto se produce si el observador está próximo a un intenso campo gravitatorio. Es un fenómeno conocido como dilatación temporal y ha sido demostrado experimentalmente hasta la saciedad empleando relojes atómicos muy precisos. Lo increíble es que esto abre una puerta para viajar al futuro. Imagínate, querido Teo, que eres Charlton Heston en “ El planeta de los simios”, y que en tu viaje espacial has alcanzado una velocidad cercana a la de la luz, o has pasado tiempo sometido a la intensa gravedad de una estrella. Debido a esto, tus segundos, tus minutos, tus años, han transcurrido sin que tú lo percibas mucho más lentamente que los terrestres. Lo que para ti han sido unos pocos años, para la sociedad en la Tierra han sido miles, los suficientes como para al regresar, encontrarte que lo único que queda de ésta es un montón de simios parlanchines. Es decir, habrías hecho un viaje al futuro de la Tierra. Como la maniquí que observa el protagonista de “El tiempo en sus manos”, la vida terrestre habría pasado para ti a cámara rápida. Esto no es ciencia-ficción, de hecho cuando cogemos un avión, viajamos unos pocos nanosegundos en el futuro respecto a los que se quedan en tierra, una cantidad que desgraciadamente no da como para conocer la próxima combinación de la bonoloto. Además, tendríamos una pequeña pega a la hora de regresar al presente para echar los números ganadores en el quiosco: mientras el viaje al futuro no presenta problemas conceptuales, las leyes de la Física no se muestran tan complacientes a la hora de plantear un viaje al pasado.
¿Peligra, entonces, la base científica del continuo trasiego de Terminators al pasado para cargarse al pobre
John Connor?. Pues no del todo, y curiosamente gracias a “Contact”, como lo oyes.
En 1985, Carl Sagan pasaba por un apuro para finalizar su famosa novela. Necesitaba un medio de transporte que permitiera transportar a la protagonista (la futura Jodie Foster) de la Tierra a la estrella Vega en pocos segundos, y sin que fuera un desbarre desde el punto de vista científico. Ni corto ni perezoso llamó a su amigo y experto en Relatividad, Kip Thorne, que recogió con entusiasmo el envite. Thorne desarrolló una posible solución (ya conocida) de las ecuaciones de Einstein: un agujero de gusano, una especie de eurotunel a lo bestia que podría, a modo de “atajo”, conectar diferentes puntos del espacio, y así sacar del atolladero a Sagan. Pero además, Thorne se percató que, en determinadas condiciones, un agujero de gusano serviría también de
túnel del tiempo, tanto hacia el futuro como hacia el pasado, pero con dos importantes exigencias: la primera es que para mantener el agujero de gusano lo suficientemente estable como para viajar a través de él, necesitaríamos de una energía muy exótica, una energía “negativa” que contrarreste el efecto de la gravedad (hoy en día se piensa que el 74% de la energía del Universo es de este tipo, la llamada Energía Oscura). La segunda es que nunca podríamos viajar a un instante anterior a la construcción del agujero de gusano. Así que los guionistas de “Terminator 5” tendrán que estrujarse las meninges si quieren resolver cómo diablos logra Skynet controlar la energía oscura del Universo y crear un agujero de gusano, o cómo logra hacer viajar a los Terminators a un instante anterior a la creación de éste, y lo que es más paradójico, con lo que cuesta crear y mantener un agujero de gusano, explicar porqué Skynet no centra tanto esfuerzo en matar a John Connor en su presente y punto. Y ahora que hablamos de paradojas, los Terminator son un auténtico muestrario de estas…pero dejémoslas para mi próxima carta.
Emilio J. García Gómez-Caro (Astrónomo)
De nuevo una estupenda colaboración de Emilio. Me ha resultado muy interesante saber que en los principios teóricos de la física cabe la posibilidad de viajar al futuro, no hay mas que estar bien cerquita de una estrella y luego volver al planeta. Pero me pregunto entonces en mercurio pasa el tiempo mas despacio que en plutón?
De nuevo gracias por compartir tus conocimientos y espero que sigas haciéndolo mucho tiempo.