Centenario James Stewart: Las mujeres
A sus 41 años James fue “nombrado” por la revista "Photoplay”, el actor masculino más popular. Seguía soltero y en ese año de 1949 la revista "Modern Screen" titulaba «Por qué Jimmy Stewart no se casa», e incluía una especulación gratuita más, en ese aire viciado tanto entonces como hoy, de los confidenciales. James había estado sometido a los enamoramientos como muchos otros. Jean Harlow fue la primera estrella que se “comió” al aspirante, pero aunque la imagen de “formal” sostenida durante muchos años lo haya difuminado, James jugó muchas veces su mejor carta: el personaje de tímido y retraído que las atraía como la miel a las moscas. Marlene Dietrich contó al director y periodista Peter Bodganovich, que el romance entre los dos había sido tan apasionado cuando rodaron “Arizona”, que durante una escena la tensión sexual se tradujo de manera demasiado evidente, tanto que el director tuvo que hacer la pausa para comer antes de tiempo. Orson Welles aseguraba que había llevado a Dietrich «a abortar, después de que Jimmy la dejase preñada».
Otras estrellas como Ginger Rogers, o actrices ocasionales como la pequeña patinadora sueca Sonja Heine, fuerte y muy flexible, también se consideran romances comprobados, pero no sólo se sentía atraído por sus compañeras ante la cámara. Norma Shearer tenía ocho años más que James y su momento de actriz popular había pasado no muchos años antes, cuando ganó un Oscar por su actuación en “La divorciada” en 1929. Era de una sensualidad en pantalla que alcanzaron muy pocas actrices y se había casado con el productor Irving Thalberg, el “cerebro” de la Metro. Desde que Thalberg la había dejado viuda todos la consideraban la reina no oficial del Estudio. En el calor alcohólico de una fiesta James se acercó a ella y le dijo que era la criatura más espectacular que jamás había visto. El piropo dejaba de ser una vulgaridad al transmitirlo James con la sinceridad y entusiasmo que irradiaba. Durante el siguiente mes y medio, con discreción y con James perdido a menudo en el asiento trasero de la limusina amarilla de la actriz, agotaron el romance.
Al igual que su amigo Ronald Reagan o como Gable, valoraba a las mujeres que pudiesen aportarle experiencia, pero su conservadurismo no las elegía para algo más. Se enamoraba, disfrutaba del placer del sexo y seguía adelante. Siguió hasta los cuarenta y un años, convertido en uno de los solteros de oro de Hollywood. El mismo año de 1949 en que la prensa se preguntaba las causas de esa soltería, Gary Cooper invitó a James a su casa. Allí conoció a Gloria McLean. Diez años más joven que Stewart, acababa de divorciarse de Edwin McLean, de familia multimillonaria, propietaria entre otras “tonterías” del famoso Diamante Hope, valorado en 250 millones de dólares, con su propia maldición y que hoy puede verse en un museo de Washington. Gloria no se había visto afectada por el diamante de la família de su marido y tenía dos hijos, Ronald, de cinco años, y Michael, de tres. James y gloria sólo necesitaron unas semanas para darse cuenta de que se complementaban y lo concretaron con dos gemelas, Judy y Kelly, nacidas exactamente nueve meses menos dos días después de la boda.
Durante casi 45 años, James y Gloria Stewart fueron una anomalía en Hollywood, porque eran lo más parecido a una familia del Este que vivía tranquilamente, sin proporcionar otro material que fotos familiares y ejemplares de felicidad conyugal y niños en crecimiento. El público confirmaba otra vez que James respondía a la coherencia moral de sus personajes y que las “canas al aire” hasta entonces era lo comprensible. Los Stewart residieron y educaron a su familia en la Escuela Pública de Beverlly Hills, contribuyendo con donativos para sostenerla cuando se encontraba en dificultades. James atendió a su familia con la dedicación y el esfuerzo que presupone lo que sabes de él. Todos los años desde que las chicas tuvieron once, pasaban sus vacaciones en África, cazando y visitando lugares. James pasó de matar a fotografiar y en 1990 los Stewart celebraron una reunión familiar más solemne para “despedirse” y recordar los 23 viajes anteriores.
El trabajo emocional y la identificación con los personajes, es usado por los actores con frecuencia para explicar sus infidelidades de pareja. James no hablaba de ello, pero Hitchcock y su ayudante personal confirmaron el romance ante una Kim Novak invencible, arrebatadora en “De entre los muertos”. La aventura duró y se deja ver en “Me casé con una bruja”. Grace Kelly ya había polinizado con Gary Cooper y Gable cuando James hizo “La ventana indiscreta”. James se unió a los trofeos de Grace. En una ocasión bromeó de manera indirecta cuando le preguntaron qué se sentía al besar a Grace Kelly. «Bueeeno… estoy casado, ¡pero no estoy muerto!». Gloria tampoco lo mató, aunque pudiera sufrir, y ambos se acompañaron hasta el final. Primero se fue ella y James la sobrevivió poco, ya aislado en espera de la inmortalidad que había logrado con el cine.