"Alatriste": Viggo y Pérez-Reverte, una unión para recrear el Siglo de Oro español
Querido diario:
No puedo más. Todo el mundo hablando de "Alatriste" y yo aún no he podido verla. Tengo que chutarmela cuanto antes. Me preparo la ropa que me han dejado algunos psicos del ala de los cinepáticos del Siglo de Oro para meterme en situación, y voy hacía allí.
Las mallas me estan matando, así que voy a leerme esto que me manda la prima Eowyn, señora de Rohan y enamorada de Viggo, mientras me acostumbro a la vestimenta...
Solo él sabe si, mientras escribía las aventuras de Diego Alatriste y Tenorio, se le pasó por la cabeza que su personaje se convertiría en todo un fenómeno literario, como hacía mucho tiempo no se vivía en este país. Un fenómeno, que como no podía ser menos, tarde o temprano tenía que dar su salto a la gran pantalla. Arturo Pérez-Reverte nos describe un personaje con grandes virtudes, pero también con grandes defectos, dentro de una España que se iba a pique después de muchos siglos como la mayor potencia mundial. La Santa Inquisición, el teatro de Lope de Vega, la afilada lengua de Quevedo, o lejanas batallas en un desesperado intento de salvar al Imperio......todo un mosaico repleto de la Historia de este país, de un Siglo de Oro que palpita en cada página, y que nadie debería dejar de leer.
Llevar las aventuras de este capitán a la gran pantalla, ha supuesto el mayor desembolso de la industria cinematográfica de este país. Un buen guión, un buen reparto, ambientación, localizaciones......todo esto no era nada, si no se conseguía un Alatriste adecuado. Un Alatriste que diese las garantías suficientes, tanto a nivel interpretativo, como a nivel mediático. Una estrella internacional capaz de darle el empuje suficiente al proyecto, que hablase español, y que se implicase con el personaje, y lo que representaba. Y no se lo pensó mucho Viggo Mortensen cuando, estando en Berlín, recibió la visita de Agustín Díaz Yanes. Muchos meses han pasado desde entonces, y no se ha dejado de hablar de su sencillez, naturalidad, buen hacer y generosidad, alejado de los aires de divo que hubiesen dado al traste con una producción de estas características. Y de lo que es más importante, su compromiso con un proyecto que descansaba en gran parte sobre sus hombros.
¿ qué pudo influir para que Viggo aceptara un papel como éste, no exento de riesgos para su carrera ? Es de sobra conocido, que su determinación a rodar la película no hizo gracia en su entorno. No entendían por qué se venía a España a rodar una película histórica que no tenía mayor interés más allá de nuestras fronteras. Pero él tenía muy claro que le gustaba el personaje, le gustaba la historia, y le gustaba la época que retrataba. Época que, además, conocía de sobra. Y una vez tomada la decisión, Alatriste empezó a tener rostro, y a buscar su camino propio más allá de la literatura.
Lo primero que tuvo claro es que el capitán tenía que ser castellano. De León, para más señas. Y así se lo comunicó a Pérez-Reverte, que nunca ha desvelado mucho sobre la procedencia de un capitán, que no es tal, pero que ganado en batalla se lo tiene merecido. Y para León se fue, a empaparse de su gente, de sus tierras, de su comida y sus olores. O de paseo a El Prado, para ver la España de Velázquez. Dice que él no es de los que se pueden deshacer de un personaje en cuanto llega la noche, después de un duro día de rodaje. Que no es por hacerse el interesante. Es su forma de hacer las cosas. Y eso se transmite en pantalla. Lo ha hecho antes, y a tenor de lo que cuentan aquellos privilegiados que ya han podido echarle un vistazo a la película, lo ha vuelto a hacer en Alatriste. Viggo es Diego. Y nadie más podría haberlo sido, ni captado su interior dolorido, ni su mirada cansada, fría, y alerta . La mirada de quien se las ha tenido que ver unas cuantas veces con las miserias de la vida, y que ha aprendido a vivir con ellas, y a encararlas de frente. Y eso no lo digo yo. Lo dice el padre de la criatura. Y no es tipo de conformarse con cualquier cosa, el tal don Arturo.
Mañana es la premiere en Madrid. El día 1, podremos todos opinar si tantos halagos son merecidos, y si la elección de este actor, fiel a sí mismo y a su particular forma de vivir la vida, fue la correcta. La suerte está echada, así que como diría el bueno de Quevedo, no queda sino batirse. Y que sea lo que tenga que ser.