In Memoriam: Manuel Alexandre, la tremulosa voz de un eterno secundario protagonista de toda una vida de cine
Querido Teo:
Manuel Alexandre ha muerto a los 92 años. La noticia no puede ser más triste para la historia de nuestro cine. Con él se cierra una gran generación de actores y cómicos que durante más de 60 años han formado parte de nuestra cultura popular, de nuestra vida. En pocos años hemos perdido a gente de la talla de Agustín González, Fernando Fernán Gómez o José Luis López Vázquez y Alexandre era actoralmente la leyenda viva que todavía nos quedaba. Sin duda, esa época definitivamente ya sólo se puede encontrar en las páginas de oro del cine y el teatro español. Gente que se partió el pecho trabajando y encadenando película tras película sintiendo el arte de actuar en cada poro de su piel. Alexandre no paró nunca e incluso superados los 90 se atrevió con arriesgados proyectos como el de interpretar al Franco de los últimos tiempos en una producción para televisión. Podríamos hablar de Alexandre tiempo y tiempo. De sus personajes, de sus más de 300 películas y de interpretar como nadie a ese hombre de a pie, con voz titubeante y delgaduchín, que como buena parte de sus compañeros de generación respiraban verdad y que han sido los mejores compañeros en una vida entre la realidad de la existencia y la magia del cine. Un eterno secundario, pero un protagonista de nuestra historia.
Hijo de un fontanero, abandonó los estudios de Aparejador y Derecho, para enrolarse en el batallón del general Miaja en la defensa de Madrid y acudir a las clases que impartía Carmen Seco que ya orientó por donde tenía que dirigir sus pasos: "Me gustaba mucho el drama, pero ella me dijo que no me hiciera ilusiones, porque con mi figura lo mío era el trabajo cómico". Allí conoció a Fernando Fernán Gomez, con quién desde entonces mantuvo una estrecha amistad. Al finalizar la guerra, se inició en el teatro profesional, integrándose en la compañía de Guillermo Marín y Carmen Prendes. En 1947 interpreta su primera película (“Dos cuentos para dos”), a partir de ahí hizo un promedio de cuatro a cinco títulos por año, alternando teatro y cine, sus títulos más conocidos: “¡Bienvenido, Mister Marshall!” (1953); “Cómicos” (1954), “Muerte de un ciclista” (1955), “Viaje de novios” (1956), “Calle mayor” (1956), “El malvado Carabel” (1956), “Calabuig (1956); “El inquilino” (1957), “Sólo para hombres” (1960), “Plácido”(1961); “Atraco a las tres” (1962); “El verdugo” (1963), “Tamaño natural” (1974), “La guerra de los niños” (1980), “El año de las luces” (1986), “El bosque animado” (1987), “Sinatra” (1988), “Amanece, que no es poco” (1989), “El mar y el tiempo” (1989), “La marrana” (1992), “Todos a la cárcel” (1993), “Así en el cielo como en la tierra” (1995), etc... Son sus títulos más significativos pero prácticamente Alexandre ha formado parte de todo nuestro cine. Ha estado en la mayoría de producciones televisivas de éxito en nuestro país (Los ladrones van a la oficina, Señor alcalde, 7 vidas, Hospital central) y recientemente en títulos como “Pídele cuentas al rey” (1999), “Lázaro de Tormes” (2001), “Incautos” (2004), “Elsa y Fred” (2005), “Cabeza de perro” (2006) e “¿Y tu quién eres?” (2007) en la que llevaba a cabo una interpretación de un enfermo de alzheimer que conmueve y que pone los pelos de punta. Una cinta de Antonio Mercero, acusada de ser algo almibarada, pero que era la última oportunidad de ver juntos a dos grandes maestros de nuestro cine como Alexandre y López Vázquez. También se le vería en 2008 encarnando a Francisco Franco en “20-N” donde era capaz de que nos lo creyéramos como el moribundo dictador.
Para nuestra memoria secuencias como la de la carambola que se marca en “Calle mayor”, el modo de subirse a un motocarro con la pierna escayolada en “Plácido”, su deseo de un billetero de cocodrilo con un billete de mil pesetas en “Atraco a las tres”, su triste ahogo de la soltería de fiesta en fiesta en “Pareja de valientes”, sus brazos en cruz mientras pasa el tren en “Los jueves milagro”, o un atisbo de hilaridad agónica cuando le ahorcan en “Total” de José Luis Cuerda y suelta un llano: “Que me ahogo, cabrones”. En su carrera si que se quedó con ganas de más papeles de héroe: “Echo de menos no haber interpretado más roles heroicos. Siempre me han dado muchos papelitos cómicos porque me veían simpático... Yo nunca me he sentido así, por lo que tuve que aprender a reír, hablar y sentir como si lo fuera.”
Los que le conocían destacan su austeridad, sencillez, alto sentimiento de la amistad y buen humor. También una ternura ganada con el prestigio de tantos años y ser uno de los pocos supervivientes de esa gran generación. La envidia nunca estuvo en su diccionario porque admiraba a todos sus compañeros por el hecho de serlo. Sus pasiones más cultas la literatura, el teatro y las tertulias en el mítico Café Gijón donde siempre ha sido uno de los habituales desde 1942 acompañado por uno de sus más fieles amigos, Álvaro de Luna. Sus pasiones inconfesables: las mujeres y los percebes. Como dijo en una ocasión: “Las antepongo en función de la calidad”. Nunca tuvo hijos a pesar de su larga lista de conquistas: “Soy demasiado aprensivo y hubiera sufrido mucho si se pusieran enfermos”. Deja sin cumplir su último gran deseo: “Me gustaría llegar con salud a los 101 años, la edad en que murió mi padre”. “Manolito”, como siempre ha sido conocido en la profesión, tenía entre sus habituales costumbres ir al Gijón después de comer, después al Círculo a jugar al billar para más tarde irse a cenar en torno a las 10 de la noche. No se puede decir que Alexandre se nos haya ido sin sentir el reconocimiento, el aplauso, y, sobre todo, el cariño del público. En los últimos años no ha parado de recibir premios y reconocimientos en todos los ámbitos. Goya de Honor en 2003 y nominación tres años después por “Elsa y Fred”, Premio honorífico de la Unión de Actores, Fotogramas de plata honorífico (2000), TP de Oro especial a toda una vida (2008) y la Gran Cruz del Orden Civil de Alfonso X (2009) entregada por el presidente Rodríguez-Zapatero en una gala muy emotiva llena de amigos y compañeros de profesión. Allí Zapatero definió perfectamente lo que supone Alexandre para todos: "si los actores son el espejo de un país, cuando nos miramos en Manuel Alexandre vemos no sólo su rostro, sino también una parte de nuestra historia, de nuestra cultura y de nuestra propia vida". Marisa Paredes también señaló en esa jornada lo que ha supuesto Alexandre para nuestro cine: "Es un actor del que todos deberíamos aprender. Es el último eslabón de una generación que nos ha enseñado una forma de trabajar que parte de la verdad". Alexandre se nos va pero el cariño y su leyenda quedan para siempre en las páginas inolvidables de nuestro cine, en los momentos imprescindibles de nuestra vida. El tiempo todavía hará más grande la figura y el arte de una generación ya perdida físicamente, pero siempre presente en nuestra memoria y en nuestro corazón.
En este video se puede repasar una interesante entrevista con Manuel Alexandre a raíz de convertirse en el primer actor que depositó un legado personal (el TP de Oro) en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Allí permanecerá hasta el centenario del actor el 11 de Noviembre de 2017.
Nacho Gonzalo (Coronado)