Querido diario:
Acabo de volver de la “Fiesta del Jedi” porque se me han acabado las baterías de la espada. Hace 25 años que se estrenó “El retorno del Jedi”, el guerrero más famoso del siglo XX, y los psicos del ala Stars Wars no la podían dejar pasar.
El Dr. Quintanilla ha hecho el brindis inaugural dedicado al primer gran guerrero Jedi Ben Obi-Wan Kenobi, nacido en 1977 dentro de Alec guinness, que aborrecía haber participado por sus diálogos banales. Luego ha terminado con una clásica interpretación freudiana. Alegórica de que Luke Skywalker fuera incapaz de asumir su homosexualidad. Porque si en la saga abundan las parejas homosociales (R2 y C3PO o Han Solo y Chewbacca) tanto como los símbolos fálicos (las espadas láser o las naves y los cascos en forma de glande) la Fuerza sería una alusión a la que se necesitaría para la primera penetración anal. De ahí el Lado Oscuro de la Fuerza. Darth Vader sería el gay que Luke no se atrevería a encarnar.
Luego hemos repartido los ansiolíticos y ha empezado la música y la relación social. He tenido que hacer de intérprete de dos psicos del ala de la Nouvelle Vague, dos chicas que andaban más perdidas que el festival de Eurovisión.
Les he contado como Lucas comenzó a escribir el borrador del guión de "La guerra de las galaxias" en febrero de 1972, y en esos días leía mucho sobre cuentos de hadas y mitología; estudió con detenimiento a Carlos Castaneda, y al chamán mexicano Don Juan, recreándolo en la figura de Obi Wan Kenobi y su «fuerza vital», transformada en «la Fuerza».
El cinturón de utilidades de todo Jedi está inspirado en el de Batman, y la famosa espada láser resultó el gran hallazgo, salvo que debería haberse llamado sable de plasma, ya que sólo el plasma podría tener ese aspecto, si bien desarrollaría una temperatura que fundiría la mano que lo sujetara, salvo si tienes “la fuerza”, claro.
En mayo de 1973, más de un año después, lo único que tenía Lucas eran trece páginas de algo que o era pura jerigonza, o los hongos eran demasiado fuertes. La primera frase decía que era la «historia de Mace Windu, un venerado Jedibendu de Opuchi relacionado con Usby C. J. Thape, aprendiz padawaan del célebre Jedi». Hubiera sido el final de esta guerra si Lucas no hubiera estrenado ese verano “American Graffiti”, que fue un fenómeno que recaudó más de 55 millones de dólares, con un coste de producción y publicidad que no llegó a dos. Hasta hoy, la película más rentable que se ha hecho.
El hijo de Alan Ladd era entonces el jefe de producción de la Fox, y había visto “American….” en un pase secreto, porque Lucas no quería repetir con el mismo Estudio, y decidió que quería trabajar con el joven director así que aceptó ser “engañado” sobre lo que costaría la guerra galáctica… y puso la pasta.
Llegado el momento Ladd tomó un avión a San Francisco donde vivía Lucas, para ver las primeras imágenes, y allí estaban también De Palma y Spielberg. Cuando terminó la proyección, se oyó un bochornoso silencio. Sin los efectos, sin el sonido, la película era ridícula. En la cena de esa noche en un chino, Lucas tuvo el apoyo de Spielberg, y todo lo contrario por parte de De Palma: “¿Dónde estamos? ¿Quiénes son esos tipos peludos? ¿Y quiénes son esos que van vestidos como el hombre de latón de El mago de Oz? ¿Qué clase de película quieres hacer? No has tenido en cuenta al público, has vaporizado a los espectadores. Es imposible saber qué ocurre en la pantalla.» Lucas acabó defendiendose y recordando a Brian que él no había conseguido todavía hacer una sola película que ganara un dólar.
Ladd comenzó su propia aventura como productor con el pelo negro, y en pocos meses se le llenó de canas.
Con los efectos especiales y el sonido por fin terminados, Lucas volvió a proyectarla otra vez, y asistieron Ladd y la plana mayor del estudio.Desde la toma inicial de la nave Imperial majestuosa que pasa por encima de las cabezas del público atravesando la negrura tachonada de estrellas que titilan como diamantes, el público quedó electrizado.
Cuando llega la toma en la que en el último minuto aparece el Halcón milenario, con Han solo, no solamente aplaudieron; se pusieron de pie y levantaron los brazos como si estuvieran en un estadio ante un golazo.
El día del estreno en Los Ángeles Lucas y su mujer, montadora de “New York, New York” en esos momentos, estaban tan exhaustos que lo habían olvidado, y se fueron a la hamburguesería Hamlet, que, por una de esas casualidades de la vida, está justo enfrente del Teatro Chino de Hollywood Boulevard. No se dieron cuenta de nada, y hasta que se sentaron no miraron por la ventana; lo que vieron fue un gran alboroto delante del cine. «Había gente por todas partes, mil personas o más, dos carriles de la calle estaban cerrados y se veían unas cuantas limusinas; era alucinante», recuerda Lucas. Pero seguían sin poder distinguir la marquesina. Cuando terminaron de comer y salieron a la calle, reconocieron el logotipo de su película. cuando el periodista más importante de Usamerica, Walter Cronkite, recogió en su informativo las colas que daban la vuelta a la manzana, Lucas comprendió que se había vuelto rico. Coppola, que andaba buscando quién le financiase "Apocalypse Now", le envió un telegrama: «Manda dinero. Francis.»
Una llamada de teléfono informó a Lucas de que Harrison Ford había llegado a casa de un amigo totalmente despeinado, con la camisa medio hecha jirones y aspecto de William Holden en “Picnic”. «Por Dios, Harrison, ¿qué ha pasado?», recuerda que le preguntó su amigo. «Entré en Tower Records a comprarme un disco y la gente se me echó encima.»
Al poco tiempo del estreno se encontraron Spielberg y su chica con Lucas y la suya. George y Steven se pusieron a hacer castillos en la playa donde descansaban, mientras hablaban de una idea que terminaría siendo “En busca del arca perdida”.
Bonito, ¿Verdad? No entiendo que las dos psicos existencialistas a las que les conté todo esto con entusiasmo, no hayan querido venirse a mi celda para montarnos un menage a trois, años sesenta, Francia, amor libre…era todo correcto. ¡mierda de domingo!. |