Querido diario:
Antes de empezar he tenido que tomar aire y repasar este audio de los psicos de LoQueYoTeDiga que le dedicaron a Fernán Gómez en su serial "Historia del cine español"...
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Soy necrófilo y como se diría en plena movida de los 80 lo soy porque el mundo me ha hecho así. En mi fiambrera entra hoy Fernando Fernán Gómez, grande de España, la gran figura del cine español (además de muchas otras artes como la literaria) que desde mediados de los años 40 ha acompañado a generaciones y generaciones de españoles. Es triste cuando los psicos no necrófilos tienen que despedirse de alguien que ha sido parte de sus vidas, de alguien que les ha acompañado en tantas décadas de cine llevando a lo más alto ese bestial y grandioso medio de comunicación que es el cine. Nunca he creído que el cine fuera el séptimo arte, más bien el gran medio de comunicación universal, pero personas como Fernán Gómez son a las que se debe que el cine sea reconocido como arte.
Que se puede decir cuando tienes en la fiambrera al que posiblemente sea el mejor actor que ha tenido España en toda su historia. Un hombre de gran presencia y voz potente, grave y cavernosa que comenzó como patoso galán cómico para entretener a un pueblo que seguía sufriendo las penurias de la posguerra, pero necesitado de un digno heredero de Alfredo Mayo. Fernando era lo que la cultura española necesitaba en esos momentos y el favor del público le ha acompañado a lo largo de tantísimas décadas.
No fue la casualidad la que llevó a Fernán Gómez a ser la gran figura que ha sido, mejor dicho, que es y será siempre. Mamó el arte desde la cuna, aunque a decir verdad fue desde el alumbramiento en plena gira teatral de su madre, una solvente actriz de la que se guardó un gran recuerdo en Hispanoamérica. Fernando nació en Lima el 21 de agosto de 1921. Fue registrada su partida de nacimiento en Buenos Aires ya que si la vida va rápida, el mundo del teatro también y al día siguiente del parto la compañía en la que estaba enrolada su madre llegó a Argentina. Fernando mantuvo la nacionalidad argentina hasta 1984, año en el que adquiriría la española.
La popularidad le llegó pronto con “Domingo de carnaval” de Edgard Neville, que protagonizó junto a Conchita Montes en 1945. Dos años antes había aparecido como secundario en otro notable título del cine español de los 40 como “Cristina Guzmán”. Ese mismo año acompaña a una ya consagrada Imperio Argentina y Alfredo Mayo en la exótica comedia “Bambú”, y también participa en un pequeño clásico de la comedia fantástica como “El destino se disculpa”, de José Luis Sáenz de Heredia, siguiendo el estilo del subgénero norteamericano en boga durante esos años.
Durante la década de los 50 y los 60 ya se convirtió en actor de referencia de nuestro cine, aunque debido a los años que eran tuviera que tragar con películas propagandísticas y evasivas. En esos años hizo su particular transición filmográfica de actor de comedia a interprete más dramático con el primer avance del llamado “nuevo cine español” que llevaron a cabo Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga con “Esa pareja feliz”.
Cada vez más consolidado en la industria, y como el gran artista renacentista que siempre ha sido, inicia su carrera como director, con obras de encargo de desigual fortuna: en este sentido, sobresale su versión de la novela de Wenceslao Fernández Flórez “El malvado Carabel” y dos excelentes comedias en las que compartió química y cartel con la deliciosa Analía Gadé, una de sus parejas más recurrentes, como son “La vida por delante” y “La vida alrededor”.
Al hilo del cine español de los 60, su filmografía como actor y director se llena de comedias de todo tipo (“La venganza de Don Mendo”, “Adiós, Mimí Pompón”, “Ninette y un señor de Murcia” o “Crimen imperfecto”), con mención especial para “El extraño viaje” (1964), en el que retrata de forma sobresaliente y con casi la misma penetración que el propio Berlanga, el clima cicatero y opresivo de la sociedad española del franquismo
En los 70, se convierte en uno de los actores más emblemáticos y solicitados de la llamada Transición española, con títulos dorados de esos años como “El espíritu de la colmena”, “El amor del capitán Brando”, “Pim, pam, pum, fuego”, “Mi hija Hildegart”, “Los restos del naufragio”, “Mamá cumple cien años” o “¡Arriba, Azaña!”. Con ello inició una exitosa colaboración al lado del notable director Jaime de Armiñán, y una también estrecha relación profesional con Carlos Saura, ganándose con ello un justo prestigio como actor y director además de reconocimiento por su ya larga trayectoria. En 1976 llega “El anacoreta”, con limitado éxito en España pero premiada en el Festival de cine de Berlín.
En 1981 protagoniza un “Maravillas” de Gutiérrez Aragón, y vive grandes años de madurez interpretativa con los grandes títulos del cine español de esos años como “La colmena”, “Stico”, “Los zancos”, “Réquiem por un campesino español”, “La corte del faraón”, “La mitad del cielo” y “El viaje a ninguna parte”). Con esta última película logra triunfar en la primera gala de los Goya, premios que por fin se entregaban a lo más destacado del cine español. “El viaje a ninguna parte”, adaptación de una de sus mejores novelas, consiguió los premios de mejor película, mejor director y mejor actor.
En realidad “El viaje a ninguna parte” fue una radionovela en su origen, encargada por RNE cuando la radio pública era de otra manera en cuanto a riqueza de programación. Luego se convirtió en libro y luego en peli. Estaba haciéndome un chequeo en La Clínica cuando le vi pasar un día con Carlos L-T, el boss LQYTDiga. Estaban grabando precisamente “El viaje a ninguna parte” para una colección de libros grabados en casete que hizo la editorial Santillana hace años. Era un tipo especial. Antes de subir al Estudio para grabar, le saqué luego a Carlos L-T gracias a una pastilla marrón, se daba un par de paseos andando por la acera que bordea el edificio de la Gran Vía donde está la Cadena SER. Después de las dos vueltas subía, todo concentrado, y se sentaba ante el micrófono. Tomaba su libro y empezaba a leer como si no leyera, algo que pueden hacer muy pocas personas. El resultado fue perfecto y durante las seis horas que duró aquel trabajo siempre fue correcto, concreto y sin pamplinas.
A partir de ahí se repartió entre el cine, la literatura y su labor como académico de la Real Academia Española de la Lengua siendo el primer actor que recibió esa distinción como reconocimiento por su labor a la difusión de la cultura.
Tal vez queden para el recuerdo sus personajes de los últimos años en los que su presencia de venerable y sabio anciano llenaban de arte la pantalla. Inolvidable como padre de familia de “Belle epoque”, el film más exitoso de Fernando Trueba, y grandioso, colosal y soberbio en el que posiblemente una de sus mejores interpretaciones. La de “El abuelo” de José Luis Garci en la que bordaba el papel de abuelo defensor de su honor en búsqueda de su verdadera nieta. Tal fue el nivel de su interpretación que la revista Variety la señaló como una de las diez mejores del año 1998, año en el que “El abuelo” conseguía la nominación al Oscar como mejor película de habla no inglesa.
“La lengua de las mariposas”, en la que interpretaba a un conmovedor profesor republicano en las semanas previas al estallido de la guerra civil, “Pepe Guindo”, concebida como monólogo homenaje a un gran actor, su adaptación de “Lázaro de Tormes”, “El embrujo de Shangai”, “En la ciudad sin límites”, “Para que no me olvides” y “Mia Sarah” son sus últimos trabajos en el cine en los que su sola presencia era ya una garantía. Su testamento cinematográfico y personal queda gracias a David Trueba en el documental “La silla de Fernando” en el que el actor repasaba durante hora y media su vida, carrera y experiencias. Un documento que ahora se convierte de obligado visionado para los que quieran acercarse a su figura. Tan importante ha sido que los Goya se sacaron de la manga hace dos años un pseudohomenaje a Fernán Gómez como excusa por el 20º aniversario de los premios repasando las mejores escenas del cine español. Fernando estaba en más del 80% de las mismas. En total, más de 200 películas como actor y 20 como director dan buena cuenta de su prolífica carrera.
6 premios Goya (3 como actor, 2 como guionista y 1 como director), 2 premios al mejor actor en el Festival de Berlín por “El anacoreta” y “Stico”, premio al mejor actor en el Festival de Venecia por “Los zancos”, un premio Donostia del Festival de San Sebastián, la Medalla de Oro de la Academia del Cine Español, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Los Premios Nacionales de Cine y de Teatro, etc...son solo una pequeña muestra del expediente que ha logrado a lo largo de tantos años. Se lleva lo más importante, el cariño del público, sus ovaciones y recuerdos. Es no un cachito sino gran parte de la tarta de la historia del cine español, toda una vida de abuelas que le recordarán como un galán cómico y simpático, padres que pasaron a la Transición con él y nietos cautivados por ese hombre mayor culto, de voz potente y talento descomunal.
Gracias por haber estado ahí en el otro lado, en el de la pantalla, en el del escenario o en el de la hoja de un libro. Gracias Fernando, gracias grande de España.
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