Centenario Wilder: "La tentación vive arriba", la escena
20 de Julio de 2006
Querido diario:
Estamos en verano, hace calor y a veces en mi celda me da la sensación de estar de “Rodríguez”. Joven, soltero y a la espera de que alguna vez aparezca una tentación rubia entre tanto psicópata enfermizo.
Por eso, me gustaría sentirme identificado con el protagonista de “La tentación vive arriba” (1955), película en la que Wilder adaptó una popular obra teatral del momento en la que en un caluroso verano en Nueva York, un editor se queda en la ciudad mientras su hijo de seis años y su mujer se van fuera a pasar los días de vacaciones. Lo que parece que van a ser unos días muy anodinos, se animan cuando descubre que en el piso de arriba reside durante unas semanas alquilada una espectacular rubia.
Wilder no acabó contento con el resultado de la película ya que había quedado una película de adulterio sin adulterio, debido a la mojigatería de los estudios que no permitían que de ese tema se hiciera una comedia.
Además, Wilder quería a Walter Mathau como protagonista, pero finalmente se tuvo que contentar con Tom Ewell que había representado la obra en el teatro ya que el estudio era muy exigente con el que tenía que ser compañero en la pantalla de Marilyn. Tenía que representar al hombre medio, con lo que no podía ser un galán y además tenía que ser un actor no muy conocido con grandes dotes para la comicidad.
En el siguiente video puedes ver las pruebas que Mathau hizo para el papel y como Ewell terminó siendo el protagonista.
La tentación rubia de la película no podía ser otra que Marilyn Monroe, que colaboraba por primera vez con Wilder y que en ese momento estaba en la cresta de la ola, debido a su éxito como modelo. En ese rodaje, comenzó esa relación de amor-odio entre Wilder y la Monroe que llevaría a que el primero dijera: “Tengo a una tía en Austria de 90 años que llegaría puntual a las seis de la mañana y que haría la toma a la primera, pero a ella nadie querría verla. Tal vez pierda el tiempo con ella, pero cuando logra hacer la toma nadie lo hace como ella”.
Pero si tuviéramos que quedarnos con una escena de esta película, sin duda sería la que se ha convertido en todo un símbolo de las nuevas tendencias de la época y un icono para los espectadores de todo el mundo. La Monroe con ese vestido blanco de Travilla con tirantes cuya falda se levanta y ondea debido a la ventilación procedente de las rejillas del metro. Sin duda, es la escena por la que Marilyn ha pasado a la historia del cine y del espectáculo y que es definida así por Wilder: “Cuando rodé con ella la escena de la boca de ventilación del metro tenía la atención del mundo. Se reunieron veinte mil personas, hubo caos de circulación y una crisis matrimonial entre Joe DiMaggio y Marilyn. Reconozco que yo también me habría puesto nervioso si veinte mil personas hubieran estado observando una sóla cosa: cómo mi mujer se levantaba las faldas por encima de la cabeza”.
Así se rodó la escena...
La película, que fue la primera que Wilder rodó en color, se convirtió en un éxito y fue la segunda película más taquillera del austriaco en toda la década de los 50 provocando que desde su estreno cuando uno no se puede ir de vacaciones se tenga la esperanza de que siempre pueda aparecer una rubia tan increíble como Marilyn.