En “Días sin huella” (1945), Wilder retrató el problema del alcoholismo. Pero lo hizo introduciendo algunas novedades respecto al trato que el cine había dado tradicionalmente a los amantes de la botella. Nuestro protagonista trató este problema como una enfermedad y no con el típico personaje gracioso que veía doble y prolongaba las palabras bajo los efectos de la bebida.
Por ello, intentó acercar este problema con la historia de un escritor que cae en los efluvios del alcohol, convirtiéndose en delincuente callejero por el mero deseo de beber.
El preestreno de la película fue un fracaso, la gente no estaba preparada para ver ese cambio de concepto y la Paramount retiró la cinta ante las malas críticas generales. Una muy curiosa es la que dijo un crítico de cine de la época: “Después de ver la película no he renunciado a beber, he renunciado a ir al cine”.
Wilder se incorpora al ejercito y a su vuelta comprueba como la percepción ha cambiado. La Paramount decide lanzarla y “Días sin huella” se convirtió en un éxito de público jalonado con 4 Oscar, consiguiendo Wilder sus dos primeras estatuillas: una como director y la otra como guionista.